domingo, 11 de mayo de 2014

Círculos, triángulos, líneas...

Que la vida es cíclica, me grita el mundo a voces. Me guiña un ojo y yo asiento con resignación. Ironías capicúa. Un bucle obsesivo y sin salida aparente, absurdo hasta sus cimientos, profundo como un por qué a las seis de la mañana.
Círculos concéntricos que giran en paralelo, espirales infinitas de autodestrucción merecida o buscada. Personas que se han perdido, líneas torcidas hasta la más pura decadencia.
Triángulos. Formas no tan suicidas pero sí menos aleatorias, poco tienen de hipster, mucho de putada. Mi clase de geometría particular los coloca donde menos me apetece. Un triángulo atrapado en un círculo. Como una botella en una papelera (y no hay mejor metáfora que esa).
Pero a veces tu risa avanza en línea recta, mira hacia delante, y tu boca no quiere dar vueltas por enésima vez. Quiere respirar de nuevo aire limpio sin tirarse años hallando el puto diámetro de una circunferencia inestable.
Yo, que no entiendo una mierda de matemáticas. Y quizá sea por eso.
Las líneas avanzan, corren, viven, llegan a alguna parte o siguen creciendo eternamente. Los círculos solo se repiten hasta que tu propia sombra se ríe de ti con sarcasmo. La elección es clara cuando es tuya. Y estoy casi segura de que esta vez, lo es.
Qué le den a cerrar círculos.
Hoy es un día raro, de resaca, dirán algunos. Mi alcohol es emocional y creo que provoca efectos incluso peores. Delirar sobre geometría metafórica es pura prueba de ello. Ojalá existiera un ibuprofeno para la memoria.
Libros hasta las cinco, espejos empañados, escaleras que son casa, o copas que te distancian. Móviles arrojados, sonrisas estúpidas, proposiciones irónicas. La intensidad se ha enamorado de mi mundo, y quién soy yo pare reprochar la estupidez ajena, teniendo tanto que decir de la mía propia.
Mi alrededor se sumerge en apuntes y yo solo quiero escribir despropósitos para coserme el corazón a las palabras. La niña que lloraba en el autobús se ha vuelto una idealista cínica y melancólica con tendencia a la introspección pero con cierta impulsividad suicida. Acabaré en alguna película de Tim Burton o en un libro de Zafón. Las palabras ajenas caen como lluvia sobre mi cara, y casi ni las siento.
He decidido volar en línea recta y quizá sea un puto milagro.
(Incluso mas que esa sonrisa).
M.A.G.