miércoles, 13 de septiembre de 2017

Siempre gana. Siempre pierde.

Esa chica fácil y adorable, que es sencilla y hace lo que los demás esperan de su sonrisa. Que nunca cae mal y escucha la música de moda mientras repasa sus sueños normales, sus recuerdos agradables. Que escribe esas frases amables que pueblan las redes sociales. Esa es la chica buena que siempre gana en la vida real.
No existen huecos para las chicas tristes y complicadas, que sienten las venas cargadas de poesía y de nostalgia, que diluvian en cada esquina oscura y que leen más libros que revistas. Da igual lo que os digan; no os creáis nada. El mundo es de las chicas simples y felices, las que no dan problemas, las que jamás están fuera de lugar. Nadie desea ya tormentas ni llamas. Lo proclaman a los cuatro vientos pero solo sienten miedo. Y el temor a la soledad solo lo vencen las chicas radiantes que no saben lo que es querer morirse, porque llegan a creerse que nunca lo sienten. Las chicas de azul apagado no huyen del miedo, ni de la soledad, la malencolía o la rabia. Quieren ser emociones, y no una sonrisa permanente y vacía que jamás dice nada porque realmente nada la inspira.
La alegría se ha convertido en una imposición social, más letal (cómo no) si eres mujer y por tanto objeto con el fin de agradar.
Este es el tipo de cosas que nadie busca leer, y quizá por eso me dejo el alma en cada palabra.
M.A.G.