Y los una.
Quizá no estoy aprendiendo nada a pesar de que cumplo años puntualmente cada noviembre cuando llueve. Tal vez en realidad no haya nada que aprender y tan solo estemos descubriendo errores nuevos que saben mejor.
Solo sé que si el mundo va a girar hasta que me explote el corazón, no seré que yo quien lo pare. Las metáforas de fuego siguen siendo mis favoritas, y prefiero ser llama a llorar las cenizas.
Sigo mirando por la ventana. Los postes han desaparecido y las nubes son de un gris transparente que me recuerda a la lluvia chocando contra el asfalto. Ojalá volar tan lento, tan suave. Creo que hoy mis alas son cerillas rompiéndose.
M.A.G.