A veces, cuando choco con la madrugada y se me cala el alma de lluvia y barro,
recuerdo aquella película que solo he sido capaz de ver una vez.
Cuando quiero rememorar sus detalles es como si el fuego me ahogara
y el hielo se vuelve sangre
y grito en mi cabeza
"Oh, mierda".
Llevo horas necesitando leer a alguien que escriba "a mí esas putas imágenes me arrancaron el corazón y no sé qué coño hacer para vivir con ello."
Estoy arañándome la piel a gritos, odiando por enésima vez el momento en el que vi aquellos ojos.
Y a la vez deseo volver a esa hora que aniquiló mi sueño durante más tiempo del que quiera contar.
Dicen que la memoria nos miente casi tanto como las personas
y me da miedo que solo esté recordando aquello que nunca sucedió (esa puta historia oprime mis costillas si pienso en niebla y mariposas).
Pero tiene que ser verdad.
Todo ese dolor que desfila por mi mente dibuja trazos inconexos de coincidencias que me aterran.
Eso existe, y está tan al fondo de mis recovecos que se ha convertido en parte
de mí.
De mi suerte. De mi conciencia.
Algunas noches susurro
Por favor
que nunca se me agoten esas malditas casualidades que pueden llegar a matar.
Prefiero morir por ellas, a que dejen mi vida vacía, ausente.
Completamente muerta.
M.A.G.
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