Y sucedió.
Lentamente, sin escombros
pero en ruinas.
Lo sabíamos a destiempo.
Lo supimos
del mismo
maldito modo.
Se resbaló la poesía,
nos jugamos los labios,
botones errantes del alma.
De fuego ensartado
en lluvia vacía,
de campos armados
con sangre y arcilla.
(Un reloj
o un corazón que
siente
pero nunca respira).
Otoño callado, prendido
de cielos suicidas
buscando solo
gotear una sonrisa.
Entre almas extraviadas
por calles con sabor
a tu nostalgia.
El tic-tac me susurra
que corra, que huya
que bese las ruinas.
Y entonces
el silencio triste
emerge en los besos,
moja los relojes
de aquel recuerdo
retorcido
en tu abismo.
¿Cómo creer
cuando ya has caído?
M.A.G.
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