martes, 15 de septiembre de 2015

Jamás contaré cuándo lo escribí

He observado cómo se consumía el último cigarro, me he follado la melancolía de sus cenizas mientras sostenía una copa y una sonrisa irónica.
No, no es mi mejor noche. Y las he tenido peores, las he tenido hechas mierda y quizá hoy no debería quejarme. Quizá.
Pero qué coño, es cómo me siento. Y por supuesto que no es justo, y claro que mis causas las desestimaría cualquier persona de buen juicio. No lo dudo, no me excuso, estoy exhausta de tanto mentirme. Esa chica que fuma mientras se ríe y tiene el mundo en sus manos es mi mejor disfraz.
La que bebe sin olvidar y se muerde el labio. Esa, esa soy yo. Y no veas si jode.
Otro trago largo y esa innecesaria cadena de pensamientos inoportunos se aleja, pero la siento igual de cerca. Ah, echaba de menos esta perfecta autodestrucción, las madrugadas dando vueltas. Me pone la tristeza, o si no cómo coño explico esto.
Me muevo poseída por las ganas de correr, o de correrme. No lo tengo claro, pero bailo mientras echo de menos un cigarro de esos que no fumo nunca. Quién cojones va a acercarse a un mecanismo tan complicado, tan hecho pedazos.
Volvemos a la historia de siempre, a escribir borracha mientras todos se ríen y yo me condeno.
Creo que hay cosas que jamás cambian, que se te pegan a la piel y te persiguen toda la puta vida.
Yo no quería hablar de nada de esto. Solo deseaba arrancarme las dudas de las manos.
Las palabras siguen retorciéndose incluso cuando las siento en cada latido.
M.A.G

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