Los poemas hay que leerlos en braille
Palpando las cicatrices
Leyendo sus constelaciones suicidas
Llorando sus huidas.
Hay que mirarlos como a una estrella voraz
y prometerles gritos y paredes húmedas y portazos a habitaciones vacías de la memoria.
Yo tenía 17 inviernos
y la poesía me voló el corazón a versos
como una bomba nuclear arrasa civilizaciones
como el cianuro viajando por la garganta.
Bendita lluvia ácida que aún me muerde
que se me enreda en la cabeza
y hace brotar
ideas de hiedra.
Ese es el secreto.
Cuando se agarra a lo más profundo del estómago
se folla a las mariposas
y las hace volar alto
hasta una boca de sal.
Y así quién no busca un beso.
M.A.G.
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