Quizá las únicas ideas que merecen la pena son las que no he tenido jamás. Es posible que toda esta broma que me atrapa no sea más que palabras equivocadas en un ascensor vacío, o galaxias recorridas por culpa de unos ojos.
Tal vez todo lo que callamos nos mata. Tal vez este invierno tampoco quiera crecer más.
Hay noches que son guerras, y mensajes que saben a lluvia, pero aún no he encontrado nada que describa los suspiros en algunas bocas o la electricidad en el hueco de las costillas. Que de todas las tormentas con nombre propio me quedo siempre con las que arrasan ciudades hasta rozar el apocalipsis. Que cuando solo quedan destrozos acaricio cada una de mis cicatrices y saco fuerzas de tristeza.
Ojalá algún día escriba desde la parte de abajo de un precipicio sin haberme abierto la piel y la cabeza en la caída. Todas mis certezas se han convertido en un desfile de dudas y solo sobreviven gracias a arañazos en la espalda. Creo que el viento me ha volado el corazón.
Los latidos desacompasados descansan descalzos en mi pecho. Sus notas volátiles desafinan inconscientes, y mis manos trazan partituras para tocar recuerdos.
Pensaba que el invierno mataba las canciones.
Y resulta que es quien las hace llorar.
M.A.G.
Me encanta, personalmente el invierno me hace sentir muy bien a mí, muchos lo comparan con tristeza y soledad, y es justamente con lo que he vivido últimamente y a lo cuál te acostumbras. Simplemente lo percibes desde otro punto de vista.
ResponderEliminarMe alegro de que te guste. El invierno o la tristeza no tienen por qué ser siempre iguales.
Eliminar