la que se clavó hasta el fondo
y me hizo dudar hasta del color de mis labios
de la humedad de mis ojos
cuando lloran una canción.
Luego los espejos
cristalizaron mi búsqueda.
La chica que me miraba
nunca era yo
pero estaba tan sola.
El tabaco, el alcohol
los vasos rotos y el humo
amantes sin rostro
que se follaron mis palabras
se enquistaron hasta el fondo
¿quién iba a salvarlas?
Ahora la sangre que corre
triste
letárgica
audaz
por mis venas de tierra.
Mis entrañas arrolladas
por la fatalidad de un destino
en el que a veces no creo
pero que siempre me besa.
Quiero eliminarlas
pero cuanto más las destierro
más se alimentan
de mi voluntad dormida.
Tal vez no sean tan malas.
Ellas al menos se quedan
cuando
quizá
hasta los espejos
se han cansado de fumarse
la resaca
de mis arterias desangradas.
Las obsesiones son parte de la piel
sin ellas
seríamos seres mutilados
cadáveres regulares
sin dolor ni memoria.
Y qué fácil lo tendría el olvido.
M.A.G.
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