2013 no es el año del supuesto fin del mundo ¿no? Al menos, no literalmente. Una pena.
Quizá todo debería haber saltado por los aires el día 21 de diciembre. Tal vez era la mejor forma de acabar. Nunca aquella película tuvo tanto sentido. Creo que jamás volveré a utilizar la palabra "nunca".
Pero da igual. Tampoco es que le importe a nadie. El mundo sigue exactamente igual que hace dos meses.
Estas frases llevan ahí desde ayer. Esperando un final. Qué irónico. Yo llevo esperándolo dos semanas.
Y cómo no, el texto está enfocado hacia las palabras que hoy me sacuden las letras a base de ironías y coincidencias que rozan lo imposible. Así que otra casualidad más.
¿Qué puedo creer ahora? ¿Todo esto ha pasado de verdad para volver al inicio? ¿Para comprenderlo?
Los hilos de mi memoria se unen en silencio, con miedo a rozar una herida. Con miedo a destrozarme aún más la piel. Los acontecimientos del pasado y del futuro se observan, se esperan en la distancia, como si se prepararan para algo. ¿Para alguien?
A día de hoy no lo sé. Puede que la ironía (o la casualidad) más grande de mi vida esté llegando hacia mí (por favor, que no pase como en aquella otra película). Y no sé cómo detenerme. No sé cómo acelerar. La primera vez que me rompí de verdad está tan cerca y a la vez tan lejos...
Aquel día aparece en mi memoria. Viene hacia mí. Con sus casualidades y su magia. El principio de todo.
¿Estos años han sido simplemente un impasse?
Mi cabeza es más que nunca un ir y venir de ideas rotas y desordenadas. Solo queda dejarse llevar... Y que sea lo que tenga que ser. Me dejo en manos de las ironías en forma de capicúa (cómo si no lo hubiera estado siempre...) y contengo el aliento.
Esta entrada iba a ser simplemente dolor. Dolor puro, explotando, desgarrando cualquier atisbo de felicidad. Y las palabras y las casualidades lo han impedido.
Les doy las gracias. Hoy no es un día para rendirse.
M.A.G.
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