miércoles, 17 de diciembre de 2014

Hoy me escribo a mí.

Un día dejé de leerme
dejé de suspirar contra una pared
de mirar el reloj como quien toca el hielo.
Y me olvidé de mí.

Empecé a soñarme en otros
a pintarme los labios color tal vez
a rozarme la piel lento
(creyendo que era tú, si es que hay un tú).

Y entonces desperté agonizando en verde perdido
mezclando la ficción con mi desorden
mientras le juraba a mis recuerdos que nunca más
Nunca
Jamás.

Pero me equivoqué.
No puedes despedirte de una utopía
ni enamorarte de tu jodida memoria.

Ahora solo escribo para encontrarme
y aún no sé si hallaré un sueño
o un cadáver.

M.A.G.

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