-Yo solo quería aprender a recordar sin que doliera-susurró, conteniendo el aliento al concluir.
Él inclinó la cabeza e intentó contener la carcajada.
-Siempre duele. La memoria es un compartimento más del corazón. Y suele estar roto.
Entonces ella dejó de mirar la ventana, mientras renunciaba a convertirse en otra gota más resbalando con la lluvia.
-Pues tendrás que explicarme qué utilidad tiene un compartimento que no funciona correctamente.
La extrañeza recorrió ambos rostros casi simultáneamente. Hablaban diferentes idiomas, estaban en mundos contrapuestos, que giraban a la vez en direcciones opuestas.
-Utilidad...-saboreó cada letra con una lentitud involuntaria pero certera- ¿Sabes una cosa? Las emociones no entienden de pragmatismo. Y qué puta mierda si lo hicieran-escupió en el suelo, dolido.
Ella suavizó su semblante y clavó la mirada en él, sorprendida y conmovida.
-Creo que tu tristeza sabe más de mí que yo misma. Siempre he pensado que las cosas rotas pueden arreglarse, y quizá por ello soy demasiado práctica, demasiado inútil para amar sin querer comprender. Ese es mi fallo, al igual que el tuyo es estar en ruinas y no querer repararte.
-A veces las ruinas son lo más hermoso de un lugar deshabitado-murmuró, cerrando los ojos-. Deberías saberlo, si aún eres incapaz de pensar en aquello sin recurrir a las lágrimas o al vodka. Somos las dos caras de una misma moneda desgastada.
Se rió sin alegría, esperando el siguiente movimiento de ella.
-Yo estoy hasta el cuello de mierda, y no tengo ni puta idea de por qué. Por eso busco respuestas-comenzó a alzar la voz-. Tú estás tan vacío que has olvidado cómo sentir. No ves más allá de tus propias ruinas, porque son lo único que te queda.
Y el silencio cayó, pesado y marchito, entre dos miradas que huían de sí mismas.
-Puede ser-concluyó él sin levantar la vista del suelo-. Pero tú huyes de las tuyas, intentas fingir que jamás existieron, y así solo conseguirás destruir una parte de ti misma. La que más importa.
-Cada uno se autodestruye cómo quiere o cómo puede-oyó antes de que se cerrara la puerta.
No pudo más que darle la razón a aquella chica que quería olvidar para sobrevivir. Eran demasiado parecidos.
Él sobrevivía recordando.
M.A.G.
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