los abrazos de trueno
e incluso los reflejos empapados.
Y aún me siguen
aún me miran las tinieblas.
No descansan, son las únicas
que siempre se quedan.
A veces les doy las gracias.
Escucho una y otra vez las mismas canciones
como si fueran recuerdos volátiles e ingenuos
como si se pudiese guardar la herida junto a la cura.
No quiero terminar de escribir esta noche
ni huir del refugio de Ferreiro contra mi almohada.
Las dudas se acumulan y se dispersan
igual que mis ojos cuando caigo en la ginebra.
Que
yo
solo
quería
volar.
Y las palabras me volaron la cabeza.
M.A.G.
No hay comentarios:
Publicar un comentario