Hacerse pedazos hasta que no quede más que polvo. Hasta que el mínimo soplo de aire consiga que te desmorones y que cada pedazo huya de ti. Romper hasta lo más resistente y luego quedarte allí, plantada, observando tu propio desastre.
Como si
las cuerdas que nos ataran
al soltarse
fueran una horca más.
Y ahora que el desastre se ha desparramado por la cama y no me encuentro principio ni final, ¿de qué sirve? Cuando eres inútil hasta para lo más simple, cuando en tu intento de acercarte solo alejas más. La historia de mi vida, enésimo capítulo (todas las páginas casi borradas, o tachadas, o arrancadas, o guardadas en el alma para refugiarme a veces).
Entonces las luces se apagan. Y quedo yo, allí en medio. El escenario está vacío, aunque entre las sombras del público intuyo rostros que me observan, me juzgan y me condenan. Otra vez. (Y un día, seré aquel cisne negro y desapareceré sin remedio).
Podría engañarme, decir que todo va bien, que sé que las mentiras siempre huyen cuando les da de frente la luz. Y qué hay más frontal que recordar de lleno, que volver atrás y morirte del asco en medio de tanta mierda que enturbia todo lo que alguna vez fue jodidamente bonito.
¿Se puede morir mejor?
Hay noches en las que desaparecería para siempre y otras en las que sería inmortal. Pero las segundas siempre parecen desvanecerse en el eco de las primeras. ¿Y ahora, quién grita, cuando hasta el cielo se ha callado y solo llueve por inercia? Y todo el humo de esos cigarros que nunca me ha dado la gana de fumar, ahí está, persiguiéndome y trayéndome fantasmas que nunca han sido sinceros conmigo.
Pueden contarme todas las historias que quieran, que ya he escuchado demasiados cuentos como para que los tópicos signifiquen algo en mi cabeza. Veo miles de estereotipos baratos circular delante de mí, cientos de poses anti-todo que solo encierran toneladas de miedo a que les hagan daño (quizá otra vez).
Y sin embargo, yo... yo solo espero una llamada a las seis de la mañana que me haga recobrar la fe en mí misma. Una señal de que las cosas van a salir bien, que por una puta vez en mi vida no voy a acabar en una esquina muriéndome por dentro, mientras todo el mundo me insta a sonreír como si yo tuviera una mínima capacidad de elección. Como si las emociones fueran tan amables y educadas que llamaran antes de entrar, y tú pudieras despedirlas con un gesto de muñeca.
No, eso no es la vida (y vaya puta mierda si lo fuera). Para colmo aparece Destrucción, que es ese amigo que me mira de reojo, esperando el momento oportuno para darme un abrazo y no soltarme. Creo que le gusta que me desvanezca en sus brazos y me olvide del mundo y de mí misma. Se ha enamorado de mí.
A veces es tan difícil rechazarlo... Y muchas noches acabamos follando en la cama y acabo sin dormir ahogada por él.
Ojalá algún día Felicidad decida que quiere algo serio conmigo, y no simples devaneos que parecen duraderos y luego te joden la vida.
M.A.G.
jueves, 24 de enero de 2013
lunes, 21 de enero de 2013
Crítica a un despropósito.
Quien me lea con frecuencia se dará cuenta de que esta entrada es claramente distinta al resto de las que publico habitualmente. En mi blog suelo expresar sentimientos, reflexiones algo abstractas o pequeños relatos. Sin embargo, esta madrugada me he visto obligada a escribir de una manera muy diferente. Es quizá la primera vez que lo hago en público, ya que normalmente no me atrae escribir tan extensamente sobre temas polémicos.
Pero por casualidad ha llegado a mí el siguiente artículo: http://www.diagonalperiodico.net/culturas/machismo-gafasta.html
El título me llamó la atención enseguida, básicamente porque en él ya se entreveía la connotación negativa del término "gafapasta". Pensé que hallaría en el artículo algún caso concreto en el que una mujer había sido tratada de forma denigrante y machista en un ambiente "indie".
No obstante, para mi sorpresa, me encuentro con una serie de críticas generales y vagas, con frases sacadas de contexto, con argumentos dignos de patio de colegio, con una desinformación impropia en el periodismo serio. El machismo a día de hoy es un asunto preocupante y denunciable, digno de acaparar muchos titulares y portadas con el fin de que algún día desaparezca casi por completo de la sociedad. Pero, señores (algunos querrían que ahora incluyera un "y señoras", así que se alarmarán de que no utilice este recurso tan de moda que destroza mucha literatura en la actualidad porque peca de redundante y absurdo), una cosa es el feminismo y otra muy distinta el hembrismo. Y a día de hoy es lamentable que esto último sea tan habitual y tan aceptado socialmente. De hecho, a mí me da absoluta vergüenza que así sea.
Algunos empezarán a tacharme de machista a raíz de esta entrada. Sin embargo, ¿de verdad actualmente es necesario declarar públicamente que una persona es feminista? Yo lo veo absurdo. Partiendo de que la mayoría de las personas consideran hoy en día que los hombres y las mujeres deben ser iguales ante la sociedad, la justicia etc, los que piensan de manera diferente (machistas y hembristas) no suelen declararlo en público porque no es políticamente correcto. Así que esos "a mí no me importa en absoluto declarar que soy feminista", que he leído y escuchado hace relativamente poco, valían hace décadas pero ahora son absolutamente hipócritas. Sabéis perfectamente que nadie va a lanzarse a vuestro cuello por serlo. No vayáis de mártires y de revolucionarios sin complejos por ello.
Una vez dicho todo esto (lo siento por la extensión, pero considero que es importante explicarlo antes de que exponga mis argumentos), me centraré en este artículo tan deleznable por la increíble cantidad de falacias que contiene.
En primer lugar hay que partir de la base de que el machismo está presente en diversos ámbitos de la sociedad actual (la música en todas sus variantes, también) y de que en contraposición a él ha surgido el dichoso movimiento del hembrismo, en el que se esconden algunas de las mujeres que aseguran ser feministas. Cuando se va a escribir en cualquier medio de comunicación, hay que profundizar en lo que se cuenta, y no utilizar medias verdades ni frases sacadas de contexto. Los autores de este artículo han decidido obviar eso, como explico a continuación.
Han utilizado frases de la canción "Segundo premio" de Los Planetas dando por hecho que se refería a una mujer, cuando en realidad se compuso pensando en un hombre. ¿Eso quiere decir entonces, que el grupo siente desprecio por el género masculino? Porque ese es el mensaje que se transmite en el artículo. Ponen ejemplos de canciones de desamor en la que los artistas les dicen de todo a una mujer. Mi respuesta a ello es: ¿y qué? Eso no tiene relación alguna con el machismo, es simplemente odio dirigido hacia una persona en concreto, o hacia varias. Claro que son mujeres, porque la mayoría de estos artistas son heterosexuales. Pero siguiendo esta absurda regla de tres, podrían haber citado "Camino a L.A." de Zahara como una canción que incita a la violencia de género en el caso opuesto. ¿O es que acaso no le dice a un hombre "quisiera poder volarte la tapa de los sesos, bañarme con tu sangre..."? Llega a ser el mensaje a la inversa y estas señoras se habrían subido por las paredes y removido cielo y tierra para que esa canción se considerara machista y partidaria de la violencia de género.
Pues no, lo siento, existe un sentimiento llamado "odio" que se utiliza en muchas canciones y que ustedes no tienen derecho a interpretar como les venga en gana para alimentar una paranoia que les ha conseguido un titular excelente (ganando así lectores).
Y continúo: esa lista que ustedes utilizan como ejemplo de machismo, se ha realizado también con hombres, no solo con mujeres. Así que me pregunto ¿qué clase de argumento es ese? ¿Cómo se puede engañar así a las personas que leen el artículo y carezcan de la información completa? E incluso alegando el desconocimiento de que existía dicha lista idéntica pero en versión masculina ¿qué tipo de documentación han utilizado para escribir el artículo? ¿Se han molestado en conseguir suficiente información como para considerarse con autoridad para hablar sobre el tema? ¿A eso de verdad se le puede llamar "periodismo"?
De igual forma ocurre con el tema de "bañarse en leche", que no alude a la interpretación sexual del asunto, sino a una foto de un chico mojado por una manguera de ella que apareció anteriormente, sin ningún otro tipo de connotación.
Ahora continúo citando textualmente la siguiente frase: "Escuchando indie es complicado encontrar a alguna mujer que haga algo que no sea recibir sentimientos afectivos y que tenga voz propia."
Pero ¿ustedes quiénes son para afirmar tal cosa? Si carecen de cualquier tipo de documentación y las escuchas que parecen haberle dado a este género son jodidamente superficiales. Mujeres como Zahara, Annie B Sweet, Carmen Boza.. son desprestigiadas con esa afirmación. Vienen a defender el feminismo y acaban insultando (porque yo a esa afirmación la considero como tal) a jóvenes promesas de la canción actual que además son mujeres, justo lo que ustedes parecían querer. Y para rematar la faena critican a A.B. Sweet por posar de forma sugerente para un trabajo SUYO. ¿Debemos volver a esa época donde las mujeres no podían enseñar mucho su cuerpo porque no era correcto? ¿Pero se dan cuenta de lo que están diciendo censurando que una chica decida libremente aparecer de una forma determinada en unas fotos? Considero esa postura mucho más MACHISTA que las denuncias que ustedes plasman en el artículo.
Finalmente, acaban arremetiendo contras las fans, que gritan y chillan porque quieren "liarse con una estrella". No porque estén emocionadas por ver a personas cuyas letras les hayan podido calar hondo, o porque simplemente les guste la emoción de un concierto (y concretamente en los de música indie no solo están "cientos de consumidoras que chillan" sino que también hay bastantes chicos).
En mi humilde opinión, este artículo es una especie de caza de brujas (como he leído que muchos lo han calificado también) para desprestigiar a un género que es muy poco conocido y que para bastantes personas es "aburrido", "carente de relevancia" y que mueve a mucho menos público que la mayoría de los géneros musicales, donde el machismo es mil veces más visible (solo hay que ver el reggaetón).
¿Que puede existir machismo dentro de la música indie? Como en todos lados. ¿Que sea necesario escribir un artículo tan jodidamente mal hecho y con tan poquísimo acierto sobre este tema? No.
Ahora pueden lloverme a mí miles de críticas, aludiendo a mi parcialidad, mi juventud, mi vehemencia, mi inexperiencia o lo que quieran. Pero es lo que pienso y considero oportuno expresarlo públicamente, y me da exactamente igual lo que se opine de mí por ello, ya que al menos tengo cierto conocimiento sobre lo que hablo. Y como se ha visto, hay "profesionales" del periodismo que ni eso pueden decir.
M.A.G.
lunes, 14 de enero de 2013
Un segundo continente: tu sonrisa.
Nos buscamos. En cada letra, en cada palabra prohibida, en cada despedida que huye del adiós. En todas las miradas de desaprobación. En cada 'no deberías'.
Y explotamos. Y ardemos. Y.
Salimos, nos matamos, nos recordamos, pero luego... ¿qué? Tejemos suspiros que carecen de soporte físico, nos agarramos fuerte sin saber una mierda, para luego rompernos. Y si estallamos... ¿qué?
Que el mundo reviente. Que todo se queme.
Bonita manera de perder la cabeza, creer que las palabras pueden incendiar cada canción, que una canción puede quemarnos y transformarnos en letras.
Pero sí, aún nos quedan los huesos calados en esas noches de invierno, tiritando por conseguir arrancarle confesiones a la almohada. Y las estrellas, venciendo batallas (noches) por nosotros, aunque a veces sean tan putas y salgan corriendo a la primera de cambio, solo por intentar enterrarlas en mi pelo.
Hemos roto todas las ventanas de cada ciudad, y si a eso no se le puede llamar estallar ¿qué más queremos? ¿No dormir para gritar hasta morirnos en nuestras voces? Porque quizá eso ya lo hacemos Quizá no escriba, sino grite. Quizá pueda encerrar todo el aire y todos los párpados cansados en estas palabras. Y conseguirnos.
Son simples teorías del color de los porqués. De las madrugadas que parecen desiertos si no estás. Las ruinas de todo aquello que nos descontrola, esas que resurgen para ahogarme ¿a esas cómo quieres que las llame? Tal vez tengan nombre de canción de Los Planetas, o de poeta muerto que se perdió dentro de su oscura nostalgia.
Esperamos. Esperamos días, despacio, con cuidado, con sigilo. Para no asustarlos. Para que los imposibles nunca nos olviden y no quieran intentar acorralarnos (pero ¿sabes qué? Les ganaríamos). Somos reiterativos cuando se trata de jurar que todo no es en vano, cuando se trata de hablar de volver aunque no queramos. Un juego sencillo de paredes que se te echan encima si te descuidas. Es cuestión de hablar y de olvidar la razón, de que te quedes. Aquí. Shh.
No te muevas. Deja que nos incendie un momento.
Abre los ojos. Trasládame el daño, pierde la cabeza, bésame, sujétanos, muérdeme.
Delira un rato en mis pupilas.
Y luego si acaso, lo demás.
M.A.G.
sábado, 5 de enero de 2013
'Preguntas, pequeño desastre animal'
Y tú me pides que no me ahogue, cuando es tu aliento el que a veces no me deja respirar. Y nos cargamos cada silencio en do sostenido, cada signo de interrogación carece ya de orden lógico. Es un simple aleatorio de desconfianza y ruinas.
Ruinas como tus cenizas, de las que yo resucito, de las que yo transformo los sueños en recuerdos. Cenizas de cigarros compartidos, de risas de madrugada, de curvas enrevesadas entre sábanas que atrapan (aunque no tanto como tu sonrisa).
Preguntas a horas intempestivas y mil mentiras de papel que nunca supimos construir (¡ni que nos hicieran falta!). Y entonces nos buscamos, rompemos los relojes, nos fugamos a Madrid y perdemos toda noción de causa y consecuencia. Ven. Piérdete (siempre en mí). Piérdeme (y luego desata los hilos de mi conciencia para solo encontrarme en tus pupilas cuando brillan).
Un espejo resbalando por nuestros labios, insolencia, carcajadas, humo. Nosotros, nuestros desastres, nuestra suave rebeldía del color de quien ha aprendido a desaparecer a tiempo y a salvar el mundo.
Porque ya no puedo esperar, ya he roto cada segundo que nos separa (esas ventanas). Reinvéntame cuando duermas, duerme en mis suspiros, suspira contra mis labios. No me calmes, desboca cada respiración, pinta las cuerdas invisibles que me atan a tu barbilla. Las conoces (son mis ganas).
Mézclame con cada sombra que parezca entristecer al polvo, salta sobre el vacío que nos separa; cárgatelo. Jódele la vida a cada kilómetro. Y luego, luego ven a por mí.
Que yo solo entiendo de palabras y de jugar con las canciones, y que quiero aprender a dibujar la curva de tus labios con los ojos cerrados. Porque al revés es cuando lo entiendo todo, porque nunca puedo escapar de tus abrazos de infinito.
Dame una foto, un plan, y un beso. El resto, déjamelo a mí.
Nos espera un mundo hecho de nuestras propias cenizas y es ahí donde la vida cobrará sus deudas y nos dará alas.
Salta.
Ahora.
M.A.G.
Ruinas como tus cenizas, de las que yo resucito, de las que yo transformo los sueños en recuerdos. Cenizas de cigarros compartidos, de risas de madrugada, de curvas enrevesadas entre sábanas que atrapan (aunque no tanto como tu sonrisa).
Preguntas a horas intempestivas y mil mentiras de papel que nunca supimos construir (¡ni que nos hicieran falta!). Y entonces nos buscamos, rompemos los relojes, nos fugamos a Madrid y perdemos toda noción de causa y consecuencia. Ven. Piérdete (siempre en mí). Piérdeme (y luego desata los hilos de mi conciencia para solo encontrarme en tus pupilas cuando brillan).
Un espejo resbalando por nuestros labios, insolencia, carcajadas, humo. Nosotros, nuestros desastres, nuestra suave rebeldía del color de quien ha aprendido a desaparecer a tiempo y a salvar el mundo.
Porque ya no puedo esperar, ya he roto cada segundo que nos separa (esas ventanas). Reinvéntame cuando duermas, duerme en mis suspiros, suspira contra mis labios. No me calmes, desboca cada respiración, pinta las cuerdas invisibles que me atan a tu barbilla. Las conoces (son mis ganas).
Mézclame con cada sombra que parezca entristecer al polvo, salta sobre el vacío que nos separa; cárgatelo. Jódele la vida a cada kilómetro. Y luego, luego ven a por mí.
Que yo solo entiendo de palabras y de jugar con las canciones, y que quiero aprender a dibujar la curva de tus labios con los ojos cerrados. Porque al revés es cuando lo entiendo todo, porque nunca puedo escapar de tus abrazos de infinito.
Dame una foto, un plan, y un beso. El resto, déjamelo a mí.
Nos espera un mundo hecho de nuestras propias cenizas y es ahí donde la vida cobrará sus deudas y nos dará alas.
Salta.
Ahora.
M.A.G.
jueves, 3 de enero de 2013
Siempre fuiste mi precipicio favorito.
Y otras palabras que decir cuando nada más importa. Y otros inviernos congelados que se escurren entre los dedos. Quizás sea el calor, quizás tus incendios.
Quizás, tal vez, y el resto de dudas que se caen de las letras.
Podría contar nuestras casualidades uniendo tu vida y la mía (¿o no era así?), pero lo que importa es este momento, este segundo que se desliza esquivo y perezoso por cada aguja del reloj. Esa escena.
(En mi cabeza llueve a menudo, le llega la tormenta de mis respiraciones y todo mi cuerpo se pierde encontrando gotas de agua).
Pero a lo que iba. (Tiendo a desviarme si pienso en tus pestañas, y ojalá siempre.)
Una imagen, que aparece, que me besa, que es un silencio del tamaño de un minuto mirándote. Y mis rodillas temblando, y todo el maldito mundo callado. Sabes de lo que hablo. (Sabes de lo que callo.)
Y todo el terremoto de agarrarse como si muriésemos, de morir como si no fuera suficiente cada amago de caricia que se cae entre parpadeo y beso. Una calle teñida por semáforos en rojo que se borran en nuestros ojos cerrados. Un abrazo asfixiando al miedo. Todos esos 'lo siento' que al final nunca hacen falta, porque sobran las palabras cuando nos tocamos.
El único 'fin' que se perfila es un simple número. De autobús, de vía, de puerta de embarque (palabras que no significan nada y que solo pueden quedarse en cifras, jugando a tener más filo que una espada, más balas que cualquier pistola). Y es más negro que cualquier abismo infinito, y solo hay algo más frío; buscarte en mi cama con la piel apagada, palpando tu vacío y mis suspiros.
Cuando cierras los ojos de madrugada y ya no sientes a nadie salvándote el mundo. Cuando la última lágrima deja a un lado la pereza y ni te enteras de que ha rozado tu boca y se ha perdido en tu camiseta. Cuando te ahogas de repente y, ¿quién te resucita ahora? Eres una causa perdida sin ojos donde encontrarse. Un cuerpo inútil, que es incapaz de conformarse a medias, que protesta, que se revuelve contra una cabeza que ya no se apoya en tu hombro. Dile tú ahora a mis oídos que se conformen con tu voz a kilómetros, y que no pidan tus labios contra ellos.
(Si ni siquiera los convences, no se te ocurra probar con mi boca y mis manos.)
La idea de cerrar con un punto y final parece revolverse en mi interior. ¿Cómo dejar de escribir si siento que he despertado al volcán de tus ausencias en mi pelo?
Pero hay que cortar las hemorragias si no se quiere morir desangrado. O eso dicen.
Procuraré no acabar cortándome a mí en el intento de escribir un '.' que ni siquiera siento como mío.
Os lo regalo, por si sabéis utilizarlo mejor que yo:
.
M.A.G.
Quizás, tal vez, y el resto de dudas que se caen de las letras.
Podría contar nuestras casualidades uniendo tu vida y la mía (¿o no era así?), pero lo que importa es este momento, este segundo que se desliza esquivo y perezoso por cada aguja del reloj. Esa escena.
(En mi cabeza llueve a menudo, le llega la tormenta de mis respiraciones y todo mi cuerpo se pierde encontrando gotas de agua).
Pero a lo que iba. (Tiendo a desviarme si pienso en tus pestañas, y ojalá siempre.)
Una imagen, que aparece, que me besa, que es un silencio del tamaño de un minuto mirándote. Y mis rodillas temblando, y todo el maldito mundo callado. Sabes de lo que hablo. (Sabes de lo que callo.)
Y todo el terremoto de agarrarse como si muriésemos, de morir como si no fuera suficiente cada amago de caricia que se cae entre parpadeo y beso. Una calle teñida por semáforos en rojo que se borran en nuestros ojos cerrados. Un abrazo asfixiando al miedo. Todos esos 'lo siento' que al final nunca hacen falta, porque sobran las palabras cuando nos tocamos.
El único 'fin' que se perfila es un simple número. De autobús, de vía, de puerta de embarque (palabras que no significan nada y que solo pueden quedarse en cifras, jugando a tener más filo que una espada, más balas que cualquier pistola). Y es más negro que cualquier abismo infinito, y solo hay algo más frío; buscarte en mi cama con la piel apagada, palpando tu vacío y mis suspiros.
Cuando cierras los ojos de madrugada y ya no sientes a nadie salvándote el mundo. Cuando la última lágrima deja a un lado la pereza y ni te enteras de que ha rozado tu boca y se ha perdido en tu camiseta. Cuando te ahogas de repente y, ¿quién te resucita ahora? Eres una causa perdida sin ojos donde encontrarse. Un cuerpo inútil, que es incapaz de conformarse a medias, que protesta, que se revuelve contra una cabeza que ya no se apoya en tu hombro. Dile tú ahora a mis oídos que se conformen con tu voz a kilómetros, y que no pidan tus labios contra ellos.
(Si ni siquiera los convences, no se te ocurra probar con mi boca y mis manos.)
La idea de cerrar con un punto y final parece revolverse en mi interior. ¿Cómo dejar de escribir si siento que he despertado al volcán de tus ausencias en mi pelo?
Pero hay que cortar las hemorragias si no se quiere morir desangrado. O eso dicen.
Procuraré no acabar cortándome a mí en el intento de escribir un '.' que ni siquiera siento como mío.
Os lo regalo, por si sabéis utilizarlo mejor que yo:
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M.A.G.
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