lunes, 14 de enero de 2013

Un segundo continente: tu sonrisa.

Nos buscamos. En cada letra, en cada palabra prohibida, en cada despedida que huye del adiós. En todas las miradas de desaprobación. En cada 'no deberías'.
Y explotamos. Y ardemos. Y.
Salimos, nos matamos, nos recordamos, pero luego... ¿qué? Tejemos suspiros que carecen de soporte físico, nos agarramos fuerte sin saber una mierda, para luego rompernos. Y si estallamos... ¿qué? 
Que el mundo reviente. Que todo se queme. 
Bonita manera de perder la cabeza, creer que las palabras pueden incendiar cada canción, que una canción puede quemarnos y transformarnos en letras.
Pero sí, aún nos quedan los huesos calados en esas noches de invierno, tiritando por conseguir arrancarle confesiones a la almohada. Y las estrellas, venciendo batallas (noches) por nosotros, aunque a veces sean tan putas y salgan corriendo a la primera de cambio, solo por intentar enterrarlas en mi pelo.
Hemos roto todas las ventanas de cada ciudad, y si a eso no se le puede llamar estallar ¿qué más queremos? ¿No dormir para gritar hasta morirnos en nuestras voces? Porque quizá eso ya lo hacemos Quizá no escriba, sino grite. Quizá pueda encerrar todo el aire y todos los párpados cansados en estas palabras. Y conseguirnos. 
Son simples teorías del color de los porqués. De las madrugadas que parecen desiertos si no estás. Las ruinas de todo aquello que nos descontrola, esas que resurgen para ahogarme ¿a esas cómo quieres que las llame? Tal vez tengan nombre de canción de Los Planetas, o de poeta muerto que se perdió dentro de su oscura nostalgia. 
Esperamos. Esperamos días, despacio, con cuidado, con sigilo. Para no asustarlos. Para que los imposibles nunca nos olviden y no quieran intentar acorralarnos (pero ¿sabes qué? Les ganaríamos). Somos reiterativos cuando se trata de jurar que todo no es en vano, cuando se trata de hablar de volver aunque no queramos. Un juego sencillo de paredes que se te echan encima si te descuidas. Es cuestión de hablar y de olvidar la razón, de que te quedes. Aquí. Shh. 
No te muevas. Deja que nos incendie un momento. 
Abre los ojos. Trasládame el daño, pierde la cabeza, bésame, sujétanos, muérdeme. 
Delira un rato en mis pupilas. 
Y luego si acaso, lo demás.
M.A.G.

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