sábado, 11 de mayo de 2013

Realmente irreal

Ya no escucho más eco que el de mi propia voz. Las opiniones se han convertido en meros prejuicios ajenos, y las razones han perdido toda clase de argumento. Soy un barco a la deriva naufragando entre palabras y personas que no me dicen nada.
Respiración. Siguiente aliento. Pequeña asfixia. Nula victoria. Así una noche eterna. Y las que quedan. Y las que faltan. Y los recuerdos.
Pero aún quedamos nosotros. Aún queda esa voluntad que inexorablemente nos incita a avanzar, a pesar de los retrocesos. Quizá volver atrás no sea tan malo ¿no?
Aunque siempre se puede salir corriendo. Y es que resulta tan absurdamente fácil perderse (perder en general).
Desaparecer. Huir de verdad y que nadie vuelva a verte nunca. Esconderte entre el viento. Decir adiós articulando con los labios. Escribir "vacío" con tu cuerpo.
Llega un momento en el que la tristeza de mis palabras se hace tan tangible, que no puedo evitar sorprenderme. A veces creo que toda esta capacidad de plasmar emociones es simplemente otra droga más.
No todos podemos ser héroes. No todas las personas somos capaces de esbozar una sonrisa y salvar el mundo cada día. Ni siquiera conseguimos salvarnos a nosotros mismos.
Si de algo sé es de maldecir a los recuerdos. De que no te dejen respirar por las noches y te nublen la vista por la mañana. También sé de dolores de cabeza, de ataques de ansiedad de madrugada y de acurrucarte debajo de una manta convenciendo a tus pulmones para que respiren.
Cuando el pasado y el presente se superponen, a veces el segundo queda reducido a una puta mierda, a una especie de broma de mal gusto que te parte en dos con un solo parpadeo. Y vas por ahí oliendo a cristales rotos y esquivando las miradas de la gente. Te dicen que no te aferres al pasado, y no son capaces de entender que lo único que quieres es un futuro en el que no te entren ganas de salir corriendo a cada suspiro.
Así que me echo a temblar, cansada ya de círculos viciosos, de caminos que terminan donde ya empecé, del mismo juego de siempre. Del ganarlo todo para que luego empiecen a quitármelo lentamente, mientras contengo las lágrimas a contraluz (cómo duele ver sangrar a tu propio corazón, desbordándose por unos ojos que ya no ven).
¿Por qué nadie comprende que solo deseo que las cosas vuelvan a ser como antes?
M.A.G.

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