domingo, 5 de mayo de 2013

Sobre vicios no hay nada escrito (o demasiado).

Y de qué nos sirve. Tirarnos la vida rompiendo papeles y llorando tinta por los ojos, comiendo techo, destuyéndonos en espiral.
(Luego pedimos que sea despacio, que las heridas tienen que abrirse primero para que escuezan después).
Somos adictos a los puntos suspensivos, a las canciones tristes, a las casualidades gigantes. ¿Cómo no acabar siéndolo a las botellas a medias o a los baños vacíos? Propiciamos nuestra propia destrucción, con la esperanza de arder y reinventar nuestras cenizas más bonitas. Polvo enamorado, como decía aquel poeta. Eso es lo que siempre hemos sido, y lo que dejaremos. Un millón de recuerdos embotellados con saliva, con sudor, con gemidos. 
La mejor forma de vivir es matarse cada día un poco más fuerte, hasta que llegue el día en que explotemos y alguien se coloque con nuestras cenizas en forma de palabras, de fotografías, de canciones. La única manera de dejar algo más que noches raras y susurros en los portales es atreverse a ir más allá, destruirnos iluminando el cielo, como los fuegos artificiales o las estrellas fugaces.
Confundimos los vicios con los miedos, y los miedos con los sueños. De los sueños salen decepciones, salen  noches de huir de piel en piel, salen días no vividos y amores de una sola calada. ¡Cómo no vamos a estar jodidamente confusos, si los conceptos se nos mezclan con los recuerdos, y vaya ciego! Putas ideas desordenadas gracias a querer más fuerte de lo que debería ser legal. 
Cuántas caricias dejamos resbalar para jodernos la vida. Quizá algún día entendamos que la mierda que nos gritaba el corazón era la que de verdad importaba. Ni la obligación, ni el dinero, ni el hacernos más daño de lo normal. Nada de eso pudo competir jamás con los latidos que nos ahogaban en cada roce, en cada frase con complejo de salvavidas. (¿Por qué acabo volviendo a las mismas palabras de siempre?)
Ya nada importa, solo todo lo que aún nos gusta hacer creyendo arreglarnos. Y yo con estas ganas locas de autodestruirme, de dejarme llevar, de ser causa perdida y encontronazo accidental. 
El resumen es que solo busco a alguien que se convierta en mi antología de poemas favorita.
M.A.G.

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