Dime, ¿le tenemos miedo a una voz? A veces me lo pregunto. Cómo crecer cuando aún somos niños, cómo no vivir si estamos respirando...
Se suceden nuestras vidas, cambian los sueños, nos arrepentimos de algunos recuerdos (menos de "esos". Todos tenemos "esos"). Hay días que nadamos a contracorriente, otros en los que nos dejamos llevar por la marea. Y aquellos en los que simplemente, miramos el mar mientras cerramos los ojos.
La vida avanza y no nos damos cuenta. Nos perdemos. ¿Nos encontramos? Enviamos mensajes de socorro y de amor en una botella cuyo destino puede ser estrellarse contra las rocas. Nos dejamos el alma, y puede que lo único que obtengamos sea otra herida de las que dejan cicatriz. Quizá eso es lo único que queda al final. Las cicatrices que nos indican que ahí hubo algo grande hasta que se rompió. Que certifican que hemos vivido.
Seguir adelante no es pasar una página sin más, a veces es simplemente descansar de la lectura un rato y respirar con calma. Y después, dejar de leer para empezar a escribir.
Somos un silencio que amenaza con convertirse en grito. Un mar de las cosas que nunca decimos y que a veces se desborda y nos deja secos y solos. ¿Somos? ¿Realmente somos? ¿O solo miramos, oímos y sentimos, sin más? Quién sabe. Yo no lo sé. Nunca sé nada medianamente importante.
Solo sé decir te quiero cuando es de verdad. Cuando era. Cuestión de tiempos verbales.
Nos quemamos, nos salvamos. Y así en un eterno círculo, uniendo casualidades (que no existen, solo lo inevitable), jugando a descifrar qué hacer con unas cartas que no siempre son las más acertadas para la partida. De repente, después de conseguir una escalera de color, te encuentras con que tu siguiente mano no tiene más que un simple rey, y ni descartándote del resto vienen mejores cartas. Cosas de ganar un mundo para perder un universo.
Un día cogeré un bolígrafo de colores e intentaré reescribir las vidas de todos los sueños que han muerto. Un día terminaré de escribir y diré: esto es. Entonces podré decir que ya he cumplido.
Ya he vivido algo más que merezca la pena aparte de querer.
M.A.G.
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