lunes, 2 de julio de 2012

algo, quizá M.

Mañanas color aguamarina, paredes que se confunden con el suelo, bostezos contra la almohada. Días perezosos, que se deslizan. Noches intensas, noches perdidas. Un conjunto de páginas de un calendario, una vida al fin y al cabo.
Arriesgar, tirarse a la piscina. Agarrar cada momento, exprimirlo, disfrutar. Cantar hasta quedarte sin voz, ser imprudente, equivocarte. Hacer daño, autodestruirte, llorar hasta perderlo todo (tú misma incluida). Darlo todo para conseguir nada, salir a comerte el mundo siempre que puedas, morirte en la primera fila de un concierto. Embarcarte en viajes suicidas, soñar con imposibles, no dormir nunca y aprender a aprovechar las noches.
Dejarlo todo para el último momento, ser irresponsable, correr sin mirar atrás, ver la vida desde unos tacones demasiado altos. Escribir mientras lloras, soltar un grito en mitad del silencio, evaporarte mientras todo acaba, consumirte entre litros de alcohol. Reír cuando no debes, ser irreverente, nunca perder la mirada de niña. Quedarte atrapada entre tus propias palabras, obsesionarte con una canción, ser borde a morir y esquivar a cualquiera que se crea que puede conseguirte sin esfuerzo.
Fumar hasta no ver más que humo, salir corriendo de repente y desaparecer, refugiarte en pensamientos inaccesibles para el resto. Sonreír con ironía, menear ligeramente la cabeza ante los comentarios cínicos y pedantes. Sacar la cabeza por la ventanilla de un coche mientras cantas a gritos y cierras los ojos. Hacer locuras, respirar como si se tratara de una calada de madrugada, echar el resto en una mirada. Vivir en un libro y morir en una canción. Sentir hasta el extremo, no desaprovechar nunca una oportunidad de exprimir la vida. Creer con todo en contra, ser solo tus propias palabras. Ser feliz, morir de melancolía, todo en uno, a la vez.
Y todo esto es lo que soy.
M.A.G.

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