domingo, 13 de mayo de 2012

"Si no respiro es por no ahogarme."

Inspirar, expirar. Es un acto inconsciente, que realizamos continuamente y sin darnos cuenta la mayoría de las veces. Parece algo sencillo y automático ¿no?
Sin embargo, cuando subes a lo alto de una montaña puede costar respirar, debido a la gran cantidad de oxígeno (que es superior a la acostumbrada) del aire. A mayor altura, mayor dificultad. No obstante, el organismo se va adaptando progresivamente en la subida.
Pero.. ¿y si de repente pasamos de estar abajo a estar arriba, sin que la progresión haya tenido lugar? Es posible ahogarse, que los pulmones no reaccionen correctamente a esa elevada cantidad de oxígeno, que nuestro cuerpo no sepa adaptarse correctamente al cambio de presión atmosférica.
No hace falta escalar ninguna montaña. La vida puede sorprendernos de un día para otro con cambios a los que no logramos adaptarnos, que nos dejan sin respiración. ¿Que qué hay que hacer en esta situación? Ni puta idea. Si alguien tiene unos pulmones nuevos, que me lo diga. Los míos funcionan bien por inercia, pero por las noches a veces se atascan levemente, se enredan con lágrimas y se mezclan con recuerdos. Y mi cabeza, en su inútil y racional intento por impedirlo, desordena aún más la respiración, se equivoca, razona con el corazón (que se niega a obedecer nada que provenga de ella. Tienen una guerra secreta de la que nadie se percata pero cuyos efectos pueden dejarse ver en mi mirada).
De momento, hago lo único que creo saber hacer. Escribir.
Para bien o para mal, siempre me quedan las palabras. Quizá mediante letras sea capaz de construir unos pulmones que respiren impulsados por frases cuando todo lo demás falle.
M.A.G.

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