viernes, 11 de mayo de 2012

"¿Y si el miedo me coge y me mata?"

Hoy es un buen día para hablar de miedos. Creo.
Vivimos contando los segundos que nos separan de las cosas, pegados al reloj, controlados por un par de agujas y una esfera de cristal. Es como si temiéramos respirar sin conocer la hora que nos ata.
Nos aterra el tiempo. Es un miedo instintivo. Ya sea al pasado, al presente o el futuro.
Los recuerdos nos atan, constituyen esa arena ya caída, esos momentos que no se repetirán. Y a veces pensar en que las máquinas del tiempo no existen, es como morirte un poquito. Esa felicidad grabada en nuestra mente nos parece tan tangible y a la vez tan alejada... Como contemplar el mundo desde la cima de una montaña de la que sabes que no podrás bajar.
Y luego el presente (¡qué rápidamente se vuelve pasado! Como ahora. Y ahora.), tan insufrible a veces que deseamos adelantar unas horas (o una vida) el reloj. Pero... ¿y esos momentos perfectos? Ese sentir que te hallas en uno de ellos y decir ¡no! por favor, que alguien pare el tiempo, por favor, no puede acabar esto... Ese apreciar lo que se tiene sabiendo que se perderá. La felicidad es tan irónica a veces.
Finalmente, el futuro. Ese futuro que tanto nos asusta en los momentos perfectos. Y que tanto ansiamos cuando el presente nos hunde en espirales de autodestrucción. A veces, el mañana es esa fecha en rojo del calendario, lo que más deseamos, es felicidad embotellada, deseando ser abierta y disfrutada. Pero... ¡eh! ¿cómo puede ser? Ya es pasado...
Curioso el tiempo ¿verdad? Y sus efectos. Y sus recuerdos. Y lo que duele.
Iba a hablar sobre los miedos. Quizá es que, todos, se resumen así. En el tiempo.
M.A.G.

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